Mamajuana, el mito afrodisiaco dominicano

Publicado en: Bacana (diciembre 2014)

5Dicen los entendidos que cuando comemos no solo incorporamos a nuestro cuerpo los nutrientes necesarios para seguir viviendo; sino que además asimilamos toda una serie de componentes sociales, históricos, culturales o identitarios . Es la complejidad y la riqueza del acto alimentario.

De todas estas esferas, quizás la más poética, la más onírica es la dimensión simbólica; y es que la alimentación es un escenario privilegiado para la percepción mágica, es decir que comiendo creemos incorporar los valores y la cualidades del alimento que ingerimos.

Aunque esto no es una clase de antropología, les diré que en el panorama gastronómico dominicano el producto cargado de simbolismo en mayúsculas es la afamada “mamajuana”.

1De origen incierto, algunos aseguran que proviene de una tisana taína, otros la ligan a la curandería africana; parece que su nombre viene de esas garrafas de cristal, de cuello corto y recubiertas de mimbre. En Francia eran llamadas “dame Jeanne” que la ocurrencia dominicana declinó a “mamajuana”.

Sus componentes son los que la hacen singular. Aunque existen tantas variaciones como maestros “mamajuaneros”, no puede faltar el marabelí, el timacle, el benjuco de indio, el palo de brasil, la canelilla, la raíz de coco o de palma. Son las llamadas “yerbas” a las que se añaden otros ingredientes más inusuales como la almeja, el lambí, el pulpo, algunos ostiones o el cartílago de tiburón.

Pero lo que convierte a la mamajuana realmente excepcional y atractiva, lo que desata la imaginación y la lleva a una dimensión afrodisíaca -casi lujuriosa- es el pene de una tortuga, el miembro genital del carey. Una sustancia tan alusiva como simbólica, que desata el imaginario popular y la convierten en un “trago milagroso”.

2La mamajuana pues alegra el espíritu y –al igual que las píldoras azules- asegura y vigoriza la potencia sexual. Seguramente el vino, la miel y ron con el que se macera todo, y el fantástico color rubí que adquiere el mejunje, también hacen lo suyo.

Pero yo quiero proponerles un nuevo escenario para la mamajuana al convertirla en el ingrediente estrella de nuestros platos. Un menú cargado de sensualidad y potencia, para vivir el auténtico sueño dominicano.

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