Publicado en: RevistaES del Periódico Hoy (2 de Agosto 2014)
Llamadme raro si queréis, pero no negaré mi devoción por los Simpson. Devoro sus temporadas una tras otra sin parar de sorprenderme por la socarronería de Homer, la sutil candidez de Lisa o las vertiginosas ocurrencias de Bart.
La familia más televisiva de la TV también vivió su momento foodie. Fue hace algunas temporadas cuando por una fortuita avería en el carro –se metió una ardilla vieja en el motor- Marge, Lisa y Bart van a parar a un restaurante etíope. Esta experiencia étnica despierta en ellos un amor por los sabores exóticos. Tanto fervor por nuevas experiencias gustativas los conduce a un periplo por los comedores más insólitos de Springfield, a triunfar con su blog gastronómico “The Three Mouth-keteers” (con su lista de los mejores 99 restaurantes de comida afgana) o a cruzarse con Gordon Ramsay, Mario Batali o el mismísimo Anthony Bourdain (el “hombre malo” de la comida). La historia se vuelve hilarante cuando visitan The Chemistri -el exclusivo restaurante de cocina molecular tan de moda en la ciudad- y en una mesa comunitaria prueban los Vegetales Cocinados en Gravedad Cero, las Chuletas de Cerdo a las 100 Maneras o el Sorbete de Hoja de Pino (realizado con nitrógeno líquido).
¿Se aleja el capítulo The food wife de nuestra realidad foodie? Obviando la ironía cáustica de Matt Groening, es curioso que Marge a pesar de ser ama de casa, la que hace la compra y cocina todos los días, no se vuelve foodie hasta que empieza a visitar restaurantes insólitos, a probar platos singulares.
Y no puedo dejar de preguntarme ¿Tiene el foodie este tinte de esnobismo? ¿Está reñido con la cotidianidad? ¿Tiene que estar más cerca del tataki que del sancocho?
Me gustaría pensar en otro foodie, igual de interesado en el origen de los alimentos, las técnicas culinarias (novedosas y clásicas), las recetas, los vinos o los destilados; pero más auténtico, sin tanto afán por el recién inagurado restaurante, el whisky que se ha llevado el premio o el blog más canalla de todo el gastro-ciber-espacio. Más diario que anecdótico, más de placer que de imagen, más de hacer que de hablar (o escribir). En definitiva, me hubiera gustado que Marge se hubiera descubierto su lado foodie desde casa, en silencio y haciendo gozar con sus platillos a su alocada familia.
Hoy os dejo unas papitas gratinadas, rápidas y sencillas de cocinar. Una de guarnición o un simple snak; pero les advierto, a Bart le dio seguidilla nada más probar la primera.
MakinGastronomy 
Muy bueno el artículo. Precisamente hace poco en una entrevista hablaba de que había sido foodie antes de que se extendiera ese término.
Bien dices, mejor descubrirse a uno mismo en casa. Ahora todo el mundo es foodie porque tienen un altavoz en las redes, solo hay que mirar TripAdvisor.
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