Publicado en: RevistaES del Periódico Hoy (27 de Febrero 2015)
Si hace unos días, sacando mi lado más medium, vaticinaba lo que nos iba a deparar el panorama gastronómico del 2015; hoy me permitirán que haga todo lo contrario.
Imaginando que -por una de esas bendiciones divinas- se me concediera el don de cambiar varias cositas del gastro-universo ¿Qué debería desaparecer? ¿Qué habríamos de encerrar en el fondo del olvido? ¿Qué tendríamos que desterrar de nuestros restaurantes?
Prepárense, el pozo de los deseos está abierto y estos son algunos de mis anhelos:
La era del deshielo ¿Por qué tantos restaurantes con pretensiones continúan sirviendo papas congeladas? Un enigma tan complicado como el de los Moais de la isla de Pascua. Si es difícil comprender como el esmero no ha llegado al mundo de las guarniciones, más complicado se hace en el caso de unas simples papas fritas. Créanme, pelen papas, fríanlas en un buen aceite y releguen la ultracongelación a los McDonals.
La vida no es tan dulce ¡Ni la cocina tampoco! No es que quiera que desaparezcan los agridulces, pero –como la templanza es una gran virtud- se modere su uso. Desde la reducción de balsámico que dibuja (y desdibuja) todas las decoraciones, hasta ese tinte dulzón con el que se enmascara cualquier plato mediocre; parece ser que la fiebre golosa se ha adueñado de las cartas, y de la imaginación de los chefs.
La revelión de los clones. No me estoy refiriendo a Star Wars, ni a la obeja Dolly, sino a esos restaurantes fashion, de escandalosas inversiones, que priman decoración sobre cocina. Como los cuartos se los llevan los brillantes azulejos optan por clonar el menú del local de “moda”. Propuestas anodinas, sin personalidad y con pocas posibilidades de fidelizar clientes.
Gastromonía de impacto. Más de ver que de probar; son los cupcakes (re-convertidos en cronuts y otros engendros) o el fondant. Muy bonitos pero con poca sustancia, elevan el ego de neófitos y atrofian su paladar a base de químicos y sucedáneos ¿Llegarán algún día las dulcerías a invertir tanto esfuerzo en el sabor como en la estética? Desengáñense, la belleza está en el interior.
Les dejo ya, aunque me quedé sin hablar de la fiebre floral que invade todos loa platos, ni de ese amigo -que todos tenemos- que sabe hacer sushi pero no sancocho.
Y ustedes ¿Qué mandarían al gastro-zafacón? Mientras lo piensan ahí va esta nutritiva receta.
Yo quitaría las cartas infinitas, no se pueden tener 10 tipos de pescado y esperar que esté fresco. Menos es más, ya que comentas lo de las papas fritas, un restaurante que sirviera solo patatas con huevo frito, tortilla de patata y unos buenos embutidos y quesos con buenos panes, sería un éxito
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