Publicado en Manjar (Diciembre 2016)
Imaginen la escena: una muchachita rubia, despierta, simpática; un viaje de verano en mente; un improvisado puesto con bocaditos, paletas heladas y galletas, en la calle, cerca de su casa en el residencial donde habita; una niña de nueve años con alma de cocinera. Fue el primer negocio de Arleen Rivera, una chef inspirada, pasional, perseverante, el alma de Ambrosía.
En aquella espontánea tiendecita no solo consiguió el dinero para poder disfrutar de algunos caprichos veraniegos sino que vendió su primer mármol cake, el famoso bizcocho de dos colores. Aunque las cosas no salieron como tenía previsto, pues en su cándida cabecita pensó que el aceite de oliva serviría perfectamente como la grasa vegetal que marcaba la receta. El bizcocho salió verde y marrón, pero como nada la amedrentaba entonces –ni ahora- , resuelta y avispada lo envolvió en papel, ofreciéndolo con desparpajo a una clientela entusiasmada por tener una pequeña chef en el vecindario.
El mercadeo lo llevaba en la sangre, como herencia de familia, pero la cocina residía en su corazón. Porque hay quien ama el oficio con la práctica, hay quien llega por casualidad, pero en su caso la pasión por los fogones se pierde en la memoria.
Recuerda que siempre le gustó cocinar; que de bien pequeña ayudaba a su abuela a preparar suculentos guisos. Evoca con fascinación cuando -a los siete años- le regalaron su primer libro de recetas, una obra para niños que desató su imaginación, sus ansias de aprender, la admiración por la magia de transformar un par de tazas de harina en unas deliciosas galletas. Desde entonces su curiosidad se mantiene intacta y su colección de libros ha ido aumentando conforme su interés, habilidad y técnica iba creciendo.
Una decisión sorprendente porque nadie en su entorno cocinaba, y no fue fácil. De familia publicista, todo apuntaba para que continuara con la empresa familiar. Con la responsabilidad de hija mayor, se dejó llevar y empezó a estudiar mercadeo, pero pronto convenció a sus padres que le dejaran trasladarse a Providence (Rhode Island) a estudiar Artes Culinarias en la Johnson and Wales University. Una licenciatura en Food Service Entrepreneurship y una certificación londinense en Enología y Destilados completan su refutado expediente académico.
Ahora, transcurrido algún tiempo, dirige con visión un equipo de 18 personas, es propietaria de unos de los caterings más prestigiosos del país y es capaz de montar una espectacular cena para más de dos mil personas, sin inmutarse.
Cuando la pasión toma forma
Terminada la universidad y tras algunas pasantías, regresa al país y empieza a trabajar en otra de sus debilidades, la enseñanza. En Kitchen Center da forma al que fue su proyecto estudiantil, el desarrollo de una escuela de cocina.
Algunos encargos de alumnos y conocidos; un cumpleaños, un baby shower, una estación de dulces, son los inicios de la empresa que desde hace siete años gestiona exitosamente. Un negocio propio al que llamó Ambrosía, el majar de los dioses griegos, un tributo a aquel restaurante de Boston del que guarda tan buenos recuerdos.
Es en el catering donde Arleen traspasa su carácter detallista, su ansia de perfección, de compromiso con la excelencia y con sus numerosos clientes. Porque, consciente de la responsabilidad que depositan en ella, juega con maestría su papel en cualquier evento. Una boda, la presentación de un nuevo producto o una fiesta de empresa son momentos únicos, tan importantes para el anfitrión que no admiten posibilidad de fallo. Su alto grado de sensatez, la calidad de las materias primas, la empatía con las necesidades del cliente y la capacidad de liderar un equipo eficiente ha hecho ganarse la confianza de todos.
Que la comida esté en su punto, se sirva en el orden adecuado o a la temperatura correcta, son un sinfín de pequeños detalles que han creado en Ambrosía una seña de identidad y una elección segura a la hora de cualquier celebración.
Pero no termina aquí, su carácter inquieto y renovador ha hecho evolucionar su oferta hacia innovadores montajes, cocinas en vivo, espectaculares mesas de postres, carritos de helados, estaciones de carpaccios, ceviches o comidas exóticas. Conceptos temáticos y con personalidad, interactivos y escenográficos, que traspasan la mera comida sobre un buffet para tomar aires de innovación.
La solidez de una Cocina Contemporánea
En Ambrosía Arleen desarrolla una cocina de sólida base, sabrosa, sensata, bien hecha. Adora la sensación de bienestar que provocan sus creaciones, evocando la calidez de lo tradicional, del guiso de toda la vida. Es el confort de la suculencia, de lo familiar, de lo que se conoce íntimamente. Pero fuera de ser una culinaria de otro tiempo, la suya es completamente contemporánea, pues sabe moverse con pericia entre preparados clásicos a los que aporta su particular visión de la modernidad. Son contrapuntos de rabiosa vanguardia que redondean una oferta tan particular como bien pensada.
Aunque no solo las técnicas más avanzadas seducen su natural inquietud; un nuevo producto, una receta ancestral o nuestra propia tradición culinaria son una excusa para reinventarse y tomar forma –en formato mini- de fantásticos platos.
En definitiva, Ambrosía es la propuesta de una joven cocinera, actual, de pasión desbordante, que mira al futuro con la seguridad de una triunfadora.
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