Publicado en: RevistaES del Periódico Hoy (21 de Noviembre 2015)
Dicen que el Rey del Rock sentía un especial amor por la comida. Con el tiempo su oronda figura daría buena fe de ello, pues si por algo destacó el fenomenal cantante durante la última etapa de su vida –además de por su particular voz- fue por haberse vuelto más ancho que alto.
De hecho, su cocinera, Mary Jenkins, que trabajó 14 años a su servicio relata en su libro “Memories beyond Graceland gate” que Elvis adoraba las hamburguesas, que las comía en enormes porciones, envueltas en innumerables lonchas de queso. También cuenta que le encantaba el pastel de guineos; que solía desayunar cuatro huevos fritos, un buen puñado de tocineta y otro tanto de salchichas. Parece ser que en la mesa del rockero había una premisa importante: toda la comida tenía que nadar en manteca.
Pero de todos, de absolutamente todos los grasientos platos, su favorito era un sándwich conocido como “Fool’s Gold Loaf” (algo así como “el bocadillo dorado de los tontos”), emparedado inspirado en el loaf italiano, una preparación de pan rellena con tocino, mantequilla de maní y gelatina de uva.
Originario del restaurante “The Colorado Gold Mine Company” de Denver, este sándwich a base de plátano, crema de maní, mantequilla, tocineta y miel es una auténtica bomba atómica de sabor y grasa, pues una solo porción contiente el 92% de la calorías diarias que debe consumir un adulto medio.
Parece que no solo le gustaba, lo adoraba. Leyendas alrededor del afamado plato hay cientos de ellas. Dicen que fue uno de estos sándwiches lo que comió en su último almuerzo en su mansión de Menphis (rematándolo unas horas más tarde con un buen plato de spaghetti, galletas de chocolate y helado); que nunca faltaba en su camerino de Las Vegas una bandeja de estos sándwiches para cuando terminaba su actuación. Pero quizás la más divertida es la que cuenta que una noche de 1971, viajó junto a dos policías desde California hasta Denver para probar uno de estos bocadillos en su restaurante favorito. ¿La razón? Los agentes le dijeron que nunca habían probado tal manjar, por lo que el cantante decidió darles un paseo en su jet privado. Cuando el trío llegó al lugar, Elvis pidió que les preparasen 22 emparedados. Esta fiesta de las calorías terminó con champagne, bebidas alcohólicas de todo tipo y, muy probablemente, una resaca de caballo.
Para que se den la vida de un Rey (del rock) hoy les dejo la receta original. Un bocado no apto para cardiacos.
Reblogueó esto en wwwpalfitness.
Me gustaMe gusta